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Herramientas psico-corporales para la arquitectura y el interiorismo II. Sensorialidad.

"Herramientas psico-corporales para la arquitectura y el interiorismo" se ha convertido en una serie de artículos para facilitar la lectura, pero empezó como uno solo. La invitación es a leerlos en orden: attunement, sensorialidad y embodiment.

La neuroarquitectura ha venido a consolidar un interés en la sensorialidad como clave en la arquitectura y el diseño. No hay duda de la necesidad de incorporar todo este conocimiento en nuestro entorno y recuperar la sensibilidad hacia el cuerpo y sus procesos psico-corporales.

No pretendemos aquí repasar la historia de la neurociencia o de sus beneficios, aunque algo de ello sea inevitable. Nuestro foco en este texto es entender cómo la psicología y el diseño han ido explorando y desarrollando diversos puntos de encuentro, tanto en el aspecto más personal como en la parte más social. Es una intersección fascinante, basta y compleja. Vamos a explorar algunos puntos en esa intersección:

Diseño emocional

El diseño emocional tiene sus orígenes en el diseño de producto, y nos sirve de punto de partida para el diseño de espacios porque ha generado estudios sólidos sobre las relaciones entre objetos, situaciones, personalidad y emociones, y nos ayuda a constatar el impacto de las sensaciones físicas de la experiencia sensorial en la psique.

El término “diseño emocional”  nació en 2003 de la mano del profesor de ciencia cognitiva de la Universidad de California Donald Norman, y considera la creación de conexiones emocionales entre usuarios y objetos mediante el diálogo sensorial.  Dicho de otro modo, el placer físico que sentimos al interactuar con un objeto está directamente relacionado con el valor que le concedemos… (en la cita, las negritas y cursivas son mías)

La experiencia es dinámica, por ejemplo, al iniciar la primera relación entre la persona y el objeto los sentidos juegan un rol importante, algo que ha sido catalogado como factor visceral (Norman, 2004). La primera impresión se genera a partir de las cualidades sensoriales que las personas perciben de los productos, como el olor de un auto nuevo, la forma de una taza entre las manos o el sonido al abrir una botella de vino.

Estas experiencias sensoriales pueden desencadenar una respuesta emocional. También se utiliza el sistema motor para operar los objetos y comunicarnos con ellos (ver Hassenzahl, 2010); durante la interacción los usuarios procesan la información que perciben, interpretan símbolos diseñados estratégicamente (a veces de forma exitosa, otras no) para establecer una relación con el producto. Esta experiencia también está influenciada por el contexto físico como el lugar, ambiente, temperatura, hora del día o la iluminación; y por el contexto temporal que incluye experiencias previas y asociaciones (Desmet & Hekkert, 2007Ortíz- Nicolás & Aurisicchio, 2011). No es lo mismo cuando se utiliza el objeto por primera vez, que cuando se reconocen todas sus fallas o virtudes; tampoco la experiencia es igual cuando el objeto provoca malos recuerdos o, por el contrario, es vinculado con momentos de felicidad.

La persona, la interacción, el artefacto y el contexto determinan la experiencia, la cual es influenciada por las emociones que la persona siente como resultado de la interacción persona-producto. En una línea similar, Hekkert y Shifferstein (2008, 1) proponen que la experiencia del producto es resultado de la interacción y depende de experiencias subjetivas. Las personas pueden experimentar una o más emociones, a partir de las cuales se genera una evaluación afectiva del producto.

Durante esta valoración, los objetos cobran nuevos significados; las personas establecen relaciones con ellos, algunas insignificantes y otras profundas y duraderas. Cuando las relaciones son duraderas se crean fuertes vínculos afectivos que provocan la creación de significados profundos, a partir de los cuales el objeto cambia, se convierte en el favorito (Mugge, 2007Chapman, 2005Ortíz-Nicolás et al., 2013).

Diseño emocional, una contribución a la sostenibilidad. Andrea Soler Guitián 

Dicho de otra forma, los objetos nos parecen más útiles y más valiosos si percibimos belleza en ellos, si las sensaciones físicas que nos transmite son placenteras, y si podemos asociar esas sensaciones con una vivencia agradable. Otra de las claves tiene un tinte de “elegancia”: nos vinculamos con objetos que entendemos fácilmente, que nos resultan sencillos de gestionar. Por cierto, la utilidad del objeto en cuanto al vínculo que generamos con él es un factor muchas veces secundario.

Deducimos de aquí algunos conceptos clave para establecer y reforzar el vínculo: belleza, efectividad, sensorialidad, carácter. Desde la perspectiva del attunement, eso significa sintonizar con estas apreciaciones que nuestros usuarios reconocen y valoran, a la vez que las proyectamos hacia el cuidado del sistema nervioso que necesita de análogos en este sentido (claridad, equilibrio, interés o vinculación, entre otras cualidades).

Psicología ambiental

En la relación entre psicología y diseño, hay que tener presente que, como diseñadores, no podemos anticipar de forma precisa el estado emocional interno de los usuarios al entrar en relación con un espacio. Sí podemos anticipar la relación opuesta: la forma en la que el ambiente afecta emocionalmente al usuario.

Consideremos algunos estudios en psicología ambiental, servicescapes y atmospherics. Estos tres ámbitos de estudio se preocupan de cómo las personas se orientan en el espacio, cómo se vinculan con la experiencia física de moverse en un entorno, qué elementos inciden en el tiempo que dedican a la experiencia, y, ya que muchos estudios se han situado el ámbito de los espacios de compra, qué elementos inducen al consumo y como provocar que la situación se repita.

Algunos estudios de psicología ambiental interpretan las relaciones con los espacios como “transacciones” entre las personas y sus entornos físicos (2), con la premisa de que las relaciones entre la gente y su entorno son de influencia e intercambio mutuos (3). La psicología ambiental se centra en la manera en que distintos aspectos/características del ambiente físico afectan y a su vez se ven afectadas por las personas (sean individuos, grupos, comunidades o la cultura).

Otro de los campos de estudio de la interacción entre espacio y comportamiento, atmospherics, determina las características de los espacios de venta (retail) que podemos controlar para provocar que los consumidores entren en las tiendas, y cómo generar interacciones con el espacio de exposición y compra que favorezcan las ventas. De igual forma, los estudios de servicescapes  también se desarrollan principalmente en el ámbito del retail y pretenden definir relaciones óptimas para la comprensión y el uso de los usuarios de un espacio interior.

Al igual que sucede con el diseño emocional, el hecho de que la gran mayoría de estos estudios se centren en generar comportamientos de consumo más o menos compulsivos no debería evitar que usemos sus datos para ir al otro lado del espectro y definir cómo los espacios se centran en generar relaciones significativas de cuidado y bienestar. MJ Bitner, en su propuesta de servicescapes se centra en tres aspectos de la proxémica de espacios, los mismos que nos interesan para proporcionar cuidado emocional:

  • distribución del espacio (emocional y funcional)
  • simbolos, signos y elementos (comunicación no verbal)
  • condiciones del ambiente

Pero en el ámbito de la psicología ambiental también existen estudios centrados en cualquier tipo de entorno. Daniel Berlyne sostiene que el ambiente percibido contiene, en diferentes proporciones y combinaciones, características emocionales: complejidad, novedad, incongruencia o sorpresa (4). El resultado de la proporción y combinación de estas características genera un determinado tipo de conflicto perceptivo ante el cual se activa nuestra curiosidad perceptiva y nuestra actitud investigadora para resolverlo (5).

Son el tipo de estímulos que, en la proporción adecuada, generan interés, vivacidad, una interacción saludable con el entorno. La falta de estos estímulos puede generar, por el contrario, desconexión, apatía; el exceso, nerviosismo, compulsividad, incluso agresividad. La capacidad de attunement seria la clave para definir esas líneas tan personales y elusivas.

La psicología ambiental nos avisa de los detrimentos que provocan en nuestra salud factores como la contaminación acústica y lumínica, las aglomeraciones (en resumen, las sobrecargas sensoriales y capacidad de gestión del espacio personal), la dificultad en comprender los espacios en los que nos movemos (entradas, salidas, vistas) y nos recuerdan los beneficios que tienen para la salud los estímulos procedentes o análogos a la naturaleza (6).

Atmósferas afectivas

De forma análoga a lo que sucede con los objetos, los espacios generan lo que llamamos “atmósferas afectivas”. El término proviene de Thomas Fuchs, a quien ya he mencionado en otras ocasiones.

Las atmósferas afectivas se experimentan al percibir un “aura envolvente” que emana del espacio/ambiente en el que entramos. Y lo cierto es que se da un grado considerable de objetividad en estos fenómenos perceptivos, dado que un porcentaje considerable de usuarios comparten en gran parte las apreciaciones de estos espacios (7). Estas atmósferas, como sucede también en el diseño emocional de objetos, se experimentan siempre por resonancias corporales (7). De nuevo, los sentidos son nuestra clave.

Fuchs usa el concepto “espacio vivido” (8) para señalar las relaciones entre personas o entre personas, espacios y objetos, en distintas valencias, relevancias o usos y affordances.

Su foco está en la psicologia, en la capacidad personal de cada individuo para interactuar activamente con personas/objetos/entornos (familia, vecinos, colegas / el hogar, el espacio de trabajo, los resultados del trabajo), es decir, la capacidad de responsibidad (como responder adecuadamente a los estímulos o requerimientos del ambiente), y aquí introduce el concepto de la “topologia de la existencia” (una matriz personal de significados en las relaciones para crear el espacio y tiempo existencial de cada persona). 

Representación bidimensional de la calidad afectiva atribuida a los entornos físicos (adaptado de Russell et al., 1981)

El significado que las personas atribuyen a los entornos se divide en significado cognitivo perceptivo y significado afectivo. El significado afectivo se conceptualiza entonces como un espacio bipolar bidimensional que puede definirse mediante 8 variables que caen en el siguiente orden circular alrededor del perímetro: agradable (establecido arbitrariamente en 0°), excitante (45°), agradable (90°), angustioso (135°), desagradable (180°), sombrío (225°), somnoliento (270°) y relajante (315°, que por lo tanto está a 45° de agradable).

Alternativamente, un mismo espacio puede definirse por 2 dimensiones bipolares ortogonales de agradable-desagradable y excitante-somnoliento, o igualmente bien por excitante-sombrío y angustioso-relajante.

A Description of the Affective Quality Attributed to Environments. James A. Russell. Geraldine Pratt. 1981.

La respuesta de una persona a un entorno no puede entenderse completamente dentro de un marco estricto de estímulo-respuesta. La respuesta a veces depende, por ejemplo, de los planes y expectativas de la persona, a menudo formados parcial o totalmente antes de encontrarse con ese entorno. Se ha demostrado que la planificación altera el estado de ánimo y que llevar a cabo el propio plan es más placentero que hacer lo mismo dictado por el plan de otra persona.

También se constata una relación más sutil entre planes, expectativas y afecto: el gusto por un lugar y el estado de ánimo positivo experimentado allí pueden, en determinadas circunstancias, verse potenciados por una violación previa de las expectativas y por un entorno que, temporalmente, había impedido la ejecución de un plan.

De nuevo, al generar una capacidad empática profunda, un estado de attunement, podemos afinar las estrategias que nos permiten ajustar en el diseño los grados adecuados de agrado, activación o relajación más adecuados para cada espacio.

Entendiendo los motivos por los que es importante el desarrollo del attunement y las relaciones entre diseño y bienestar psico-emocional, te invito a seguir leyendo sobre como desarrollar tu capacidad de embodiment, no sólo para diseñar mejor, sino también para sentirte y relacionarte mejor.

Referencias

(1) R. G. Erksine, (1998) Attunement and involvement: therapeutic responses to relational needs. International Journal of Psychotherapy, Vol. 3 No. 3,
(2) Robert Gifford (1994) A Lens-Mapping Framework for Understanding the Encoding and Decoding of Interpersonal Dispositions in Nonverbal Behavior
(3) Daniel Stokols, Irwin Altman. (1987) Handbook of Environmental Psychology, Volume 1.
(4) Berlyne, D.E. (1960). Conflict, arousal and curiosity. New York: McGraw-Hill.
(5) Berlyne, D.E. (Ed.)(1974). Studies in the new experimental aesthetics: Steps toward an objective psychology of aesthetic appreciation. New York: Halsted Press.
(6) Terrapin Bright Green, Group ,14 Patterns of biofilic design. Improving Health and Well-Being in the Built Environment. Terrapin Bright Green LLC. 2014
(7) Thomas Fuchs (2013) The Phenomenology of Affectivity
(8) Thomas Fuchs (2007) Psychotherapy of the lived space: a phenomenological and ecological concept.

Bibliografía

The phenomenological contribution to environmental psychology. David Seamon. Journal of Environmental Psychology. Volume 2, Issue 2, June 1982, Pages 119-140
Goofman, E. (1971): Ritual de la interacción. Buenos Aires: Tiempo Contemporáneo (Edición original en inglés 1967).

Corraliza, J.A. (1987): La experiencia del ambiente. Percepción y significado del medio construido. Madrid: Tecnos.