Si podemos ser conscientes de la información que nos transmite el cuerpo y conocemos las preferencias culturales de los usuarios y sus significados, las posibilidades de diseño de los espacios alcanzan cualidades insospechadas y muy valiosas. Ahora mismo, tal vez sin saberlo, estamos inmersos en una reevaluación proxémica, una reevaluación de las distancias vitales, íntimas, personales, sociales.
Eve Bailey, esculturas para bailar
Un elemento así, definitivamente debería estar en todas partes: en las oficinas, en las escuelas, en las calles, o en el salón de mi casa. Es orgánico y atrayente, y, lo más importante, invita a repensar nuestra actitud sobre la idea de “sentarse”, precisamente porque plantea todo tipo de posturas cambiantes, y rechaza la idea de una sola postura “correcta”.