Un elemento así, definitivamente debería estar en todas partes: en las oficinas, en las escuelas, en las calles, o en el salón de mi casa. Es orgánico y atrayente, y, lo más importante, invita a repensar nuestra actitud sobre la idea de “sentarse”, precisamente porque plantea todo tipo de posturas cambiantes, y rechaza la idea de una sola postura “correcta”.