Un cuerpo consciente de su funcionamiento tenségrico, consciente de la acción de la gravedad y con la gravedad como aliada, cambia en su uso y puede conseguir una calidad postural y de apoyo óptima. Puede ocupar el espacio de manera poderosa, en una presencia palpable, de forma convencida, activa, unitaria, completa. Puede estar.
Eve Bailey, esculturas para bailar
Un elemento así, definitivamente debería estar en todas partes: en las oficinas, en las escuelas, en las calles, o en el salón de mi casa. Es orgánico y atrayente, y, lo más importante, invita a repensar nuestra actitud sobre la idea de “sentarse”, precisamente porque plantea todo tipo de posturas cambiantes, y rechaza la idea de una sola postura “correcta”.