Cientos y cientos de estorninos vuelan en sincronía como un sólo ser. Cambian de rumbo incesantemente, se agrupan y disgregan, se alzan y descienden en perfecta armonía. Piensan en conjunto mucho más que individualmente y así, pueden moverse al unísono, en sincronía.
Cada indivíduo se sitúa lo más cerca posible a los demás, siguiendo los cambios en dirección o velocidad de sus compañeros y se funden de forma poderosa en un movimiento unificado. De la misma manera lo hacen los bancos de peces, y muchas otras especies de aves.
Esta tendencia hacia la armonización es una constante en la naturaleza, y aunque a nosotros nos resulte extraño y casi místico, también lo experimentamos, y podemos desarrollar esta capacidad, lo que en inglés se conoce con el nombre de “entrainment”.
En el momento en que los metrónomos entran en una base común móvil, rápidamente se sincronizan. Sucede de manera más lenta con los relojes de péndulo colgados de una misma pared, como descubrió Christiaan Huygens a mediados del siglo XVII. Es decir, que el entrainment es un principio físico: dos o más elementos desincronizados tenderán a la sincronía en el momento en que, de alguna forma, entren en “contacto”. Es un fenómeno que se explica por la tendencia natural hacia la estabilidad entre elementos.
Sirve como analogía, porque “entrainment” también es la palabra para descubrir las sincronías que establecen los seres vivos, como los estorninos, o los humanos.
El alcance del entrainment en la comunicación humana a nivel inconsciente lleva ya años estudiándose. Ejemplos importantes son las investigaciones de William Condon y de Edward T. Hall. Para conocer detalles os remito a este artículo de PijamaSurf. Vale la pena leerlo entero, aunque aquí os cito un fragmento relevante:
El investigador William Condon del Western State Psychiatric Institute estudió a detalle una serie de conversaciones entre adultos reproduciéndolas en video y descubrió que inconscientemente las personas empiezan a coordinar los movimientos de sus dedos, sus parpadeos y las inclinaciones de su cabeza, creando un metadiálogo, una proxemia que es casi una burbuja de comunicación protegida por los signos de sincronización. Registros encefalográficos mostraban que sus ondas cerebrales estaban oscilando en sintonía. Condon desarrolló el concepto de “entrainment” para describir el proceso cerebral de compaginación rítmica: “la sincronía es el principal canal de conciencia de la socialización”, escribió. Y su conclusión: “No tiene sentido ver a los seres humanos como entidades aisladas”.
Pijama Surf, @alepholo
Es un recurso que algunas veces la danza contemporánea usa en creaciones colectivas: el movimiento del grupo se define mediante la escucha y la mímica entre sus miembros, sin saber muy bien quien dirige, porque no hay un líder ni existe una coreografía. La existencia del movimento del grupo se define en conjunto, algo más que la suma de las partes, una nueva entidad formada de individualidades conectadas y atentas. Personalmente, me fascina cómo esta forma de movimiento y comunicación puede aportar al arte y al trabajo de creación y conciencia corporal. Es de una belleza hipnotizante.
Resulta especialmente interesante que esta tendencia natural a la armonización, que siempre está ahí, pueda realizarse de manera consciente, ya que eso abre vías en el ámbito terapéutico. Nada nuevo, ya que, en parte, la sincronización como vía de comprensión está en el origen de la danza como imaginación activa, lo que en estos tiempos conocemos como danza-movimiento-terapia. Un ejemplo precioso entre tantos otros:
Como residente psiquiátrico en el Burgholzli Clinic de Zurich, Jung estaba fascinado por los gestos misteriosos y persistentes que hacía una de sus pacientes más regresiva (1961, pág. 124-5). Una de las pacientes no había hablado en muchos años. Cuando [Jung] se dio cuenta de que continuamente hacía ciertos movimientos extraños con sus manos y cabeza, cerró los ojos y repitió él mismo esos movimientos, para sentir lo que ella podría estar sintiendo. Entonces dijo en voz alta las primeras palabras que le llegaron a la mente. Y la mujer respondió, “¿Cómo lo ha sabido?”. En ese momento se había establecido una conexión. La mujer, hasta entonces considerada incurable, pronto pudo empezar a hablar con él sobre sus sueños y pudo descargarse.
Dance Therapy & Depth Psychology. The moving imagination. Joan Chodorow [pág. 45]
Y en sentido inverso, las personas con dificultades de movilidad pueden usar el concepto de entrainment para mejorar la gestión de su propio cuerpo. La bailarina Pamela Quinn, que padece la enfermedad de Parkinson, lleva años desarrollando ejercicios para contrarrestar desde el trabajo corporal las dificultades que se derivan de todos los grados de afectación corporal y anímico que conlleva.
Ella recomienda el entrainment como forma terapéutica de movimiento, en concreto en la imitación del acto de caminar, especialmente en una zona como un parque, por ejemplo. Propone imitar a alguien que tenga un ritmo ligeramente más rápido para que suponga un pequeño reto y anima a buscar el ritmo de la otra persona en el ejercicio de imitación. El uso consciente de la capacidad de entrainment ayuda a relajar la ansiedad, ya que obliga a enfocar la atención de quien lo practica fuera de sí mismo. Permite escapar de la trampa de la mente. Debe hacerse de forma considerada y amable (ya que a nadie le gusta sentirse perseguido), y así se genera una comunicación empática con la persona imitada.
Así que la próxima vez que necesites sentirte más estable, más centrado, más en calma, puedes intentar sincronizar tus movimientos con otra persona, alguien de confianza. Conectar con alguien también es conectar con algo mucho mayor: un símbolo de nuestra conexión con todo lo que nos rodea.