Embodiment: conciencia y creatividad en movimiento

Hace unos meses me apunté al curso online de Poesía Moderna Norteamericana de Al Filreis. Cosas que tiene este mundo loco, que te permite acceder sin coste alguno a un curso en la Universidad de Pennsylvania desde el sofá de tu casa en pleno confinamiento.

La relación entre poesía moderna y el cuerpo en movimiento no es que sea muy directa, tal vez ni siquiera exista, pero la primera vez que leí y escuché el poema de John Yau “830 Fireplace Road“, sentí que alguien había conseguido condensar en palabras un hecho artístico primordial: la indiferenciación del artista con su creación, algo que yo conozco como embodiment.

El embodiment es el momento en que entramos en sintonía con aquello que hacemos, con nuestra acción. Es un estado de conciencia difícil de describir, pero muy claro y preciso cuando se experimenta. Es accesible a todo el mundo y hay múltiples formas de acceder a él. El mindfullness y la meditación ayudan, o la práctica del Tai-Chi o el Chi-Kung, pero siempre me pareció que la práctica artística es la forma más directa de experimentarlo. No todos los momentos artísticos (porque del arte se tienen a veces preconcepciones muy ridículas) pero sí el momento en el que estamos imbuídos en la creación, el momento en el que no sabemos diferenciar entre nosotros y lo que hacemos, el momento en que nuestros actos casi se ejecutan solos, dejamos de “pensar” -ese pensamiento racional, mediatizado por el lenguaje- y una cierta inteligencia actúa a través de nosotros, en movimiento, en acción. Pollock lo explica en este pasaje de Possibilities su relación con su obra:

When I am in my painting, I’m not aware of what I’m doing. It’s only after a sort of ‘get acquainted’ period that I see what I have been about. I have no fears about making changes, destroying the image, etc., because the painting has a life of its own. I try to let it come through. It is only when I lose contact with the painting that the result is a mess. Otherwise there is pure harmony, an easy give and take, and the painting comes out well.

Jackson Pollock, Possibilities, 1947-48

Pollock describe un momento de embodiment y la primera vez que escuché/leí “830 Fireplace Road” me encontré por primera vez con una descripción poética de ese estado creativo “corporizado”, y creo que el hecho de escucharlo en voz alta fue la clave para mí. Tal vez sea ese un nexo de unión entre poesía y danza: ambos celebran la forma y necesitan de la ejecución, porque la poesía no está completa si no se lleva a la voz y la danza no existe sin la bailarina. Yau toma esa primera frase de Pollock y genera un baile poético: forma y sentido danzando, interconectados, y alimentando la belleza de las palabras, del sonido, del significado. Escuchadlo aquí mientras lo leéis más abajo:

“When I am in my painting, I’m not aware of what I’m doing”
When aware of what I am in my painting, I’m not aware
When I am my painting, I’m not aware of what I am
When what, what when, what of, when in, I’m not painting my I
When painting, I am in what I’m doing, not doing what I am
When doing what I am, I’m not in my painting
When I am of my painting, I’m not aware of when, of what
Of what I’m doing, I am not aware, I’m painting
Of what, when, my, I, painting, in painting
When of, of what, in when, in what painting
Not aware, not in, not of, not doing, I’m in my I
In my am, not am in my, not of when I am, of what
Painting “what” when I am, of when I am, doing, painting.
When painting, I’m not doing. I am in my doing. I am painting.
830 Fireplace Road, John Yau.

Ahora es cuando hay que tomarse una pausa, permitirnos sentir el impacto de las palabras y el sonido, dejarnos envolver por el poema y respirarlo. Tal vez volver a escucharlo, siendo conscientes del estado físico que provocan las variaciones del tempo, ese latido, esa sensación envolvente y espiral, ese casi imperceptible vaivén en el cuerpo…

Jackson Pollock en su estudio.

Filreis comenta como nuestra sociedad valora las palabras por su utilidad y se separa de la poesía, de la forma. Dice sobre los poetas: “la forma en la que escriben es su qué”, el cómo se expresan es lo significativo, las palabras tienen un significado que cambia en función de la forma, cambia según cómo esas palabras se configuran. Dicho de otro modo: cómo decimos algo puede ser más importante que lo que efectivamente decimos. Nos ha pasado a todos.

Vivimos también algo parecido en el mundo del movimiento, no en la danza, en nuestro movimiento habitual: lo hemos “desalmado”. Nuestra sociedad valora el movimiento primordialmente por su utilidad, y hemos dejado de lado cómo nos con-forma, cómo nos in-forma, es decir, cómo nos hace ser como somos, cómo nos ayuda a ser quienes somos, como el movimiento es siempre expresivo.

Maxine Sheets-Johnstone explica que los hábitos pueden aniquilar tu propio movimiento (y a ti mismo): te mueves, pero no te expresas. En cambio, cuando tu forma se mueve en ese estado de embodiment estás sintonizada y presente, hay una vitalidad cinestésica. Por eso, incluso al bailar una coreografía, puedes dejar que tu forma se mueva a través de ti: entonces la danza deja de ser un ejercicio físico, se descubre un alma, el movimiento es expresión de una vitalidad. Y sucede en cualquier otra posibilidad cinestésica, en cualquier gesto plenamente sentido en el cuerpo. En un momento así, el significado del movimiento está siendo recreado a través de tu cuerpo, y tu eres plenamente tu.

Steve Paxton, creador de la danza contact-improvisación, lo explica maravillosamente: si encuentras una piedra en tu camino no “piensas” de manera secuencial y lógica cómo evitarla, tu cuerpo lo hace automáticamente. La gracia es que no hay una sola forma de hacerlo, cuando entras en conexión con el momento -desde el cuerpo, sin ideas preconcebidas- puedes descubrir formas muy creativas de realizar una acción tan simple como esquivar un obstáculo. Ahí está la creatividad de la danza, el movimiento expresivo y la persona que realmente soy, reflejada en cómo “elijo” moverme. Cada gesto, cada movimiento, puede ser una danza. Y a eso, todos tenemos la opción de acceder. Cualquier acto, cualquier movimiento, puede ser creativo.

Os dejo con esta conversación maravillosa entre Maxine Sheets-Johnstone, Steve Paxton, Robert Fagen, Joanna Gewertz Harris y Daniel N. Stern. La calidad del audio es terrible y los subtítulos no son ninguna maravilla, pero el dialogo entre las diferentes disciplinas (filosofía, contact improvisation, etología, danza-terapia y psicología) y las reflexiones sobre el pensamiento, el cuerpo, el lenguaje y la conciencia son inspiradoras.