Acción y efecto de articular

Nuestro movimiento existe por nuestra capacidad de articularnos. Y recordar lo que significa la palabra “articular” puede ayudarnos a percibir nuestro propio movimiento en formas más complejas, con muchos más matices.

Articular tiene sinónimos muy poderosos: estructurar, organizar, orquestar, unir, enlazar, juntar, acoplar, concertar, vincular, relacionar… La palabra es tan importante que su significado se expande para denotar claridad en la expresión. Hay un sentido de armonía en el concepto, de relación eficaz y coordinada, algo con lo que podemos conectar cuando nos movemos.

Pensar en lo que realmente significa usar mis articulaciones me permite conectar con cada gesto desde un lugar profundo y claro, conseguir una sutileza en el movimiento y a la vez una precisión. Es como aprender a mover desde el mismísimo centro de cada parte, y eso ayuda a que mi gesto no sea superficial.

A la vez, puedo conectar con las diferentes partes que se afectan entre sí, puedo viajar por el interior de mi cuerpo. Me explico…

Nombramos las diferentes partes de nuestro cuerpo desde las articulaciones: la mano empieza en la muñeca, el brazo en el hombro; las piernas existen a partir de la cadera, y por encima de la cadera, la cintura define una separación entre mi base y mi tronco… Así aprendemos de pequeños a nombrar nuestro cuerpo: articulaciones y partes distintas. De alguna forma, nos dividimos en trocitos, cada uno con diferentes posibilidades y capacidades.

Pero si pienso desde este concepto —desde cómo las articulaciones son realmente una vía de relación entre partes—, puedo entender mi cuerpo no por cómo mis articulaciones dividen, sino por cómo relacionan: el brazo con la espalda gracias al hombro y la escápula, mi pierna con mi columna a través de la cadera… Y así con cada pequeña falange, con cada vértebra, puedo pensar en cómo se relacionan y se afectan, desde la forma única y distintiva en que muevo cada una de mis articulaciones.