relats

Through The Dancing Glass
diari de danses quotidianes
Solar Waltz

El vals siempre fue la danza de los astros. La rotación y la traslación.
El círculo infinito y constante, el ritmo en espiral repetitiva. La pausa perfectamente breve y el impulso preciso.

La rueda del año llega a su momento de pausa y yo no dejo de escuchar el vals. No puedo desprenderme de su latido omnipresente.

Veo las hojas teñidas de otoño descendiendo en su danza redonda, y en el suelo las veo elevarse en espirales de viento, y el vals empieza a impulsarme los pies. Un primer balanceo y luego el latido de la tierra sube por mi columna y así debo girar. Es inevitable. Girar con el viento.

A veces me voy al viñedo a reseguir con la punta de los pies los surcos entre las parras amarillas, y el vals me obliga a abrir los brazos al cielo y a retorcerme junto con los sarmientos. 

Otras veces me adentro en el bosque, donde todo se hace pequeñito y frágil. Mi cuerpo empieza a hacerse trasparente y a avanzar de costado con el vaivén del vals. En el bosque, el cuerpo caminante hace crujir las hojas que alfombran el suelo, pero no el cuerpo que danza y gira entre las ramas: el vals conoce la forma y el paso, y es ligero. Sabe moverte en la delicadeza y el impulso de la tierra. Sabe elevarte con el viento. Sabe rotar tu torso al desplazarte. Así te baila, firme y suavemente. Como baila a los planetas y a sus lunas en sus giros eternos.

La rueda del año gira y hoy el vals se deja sentir en todo. Así tiene que ser: es el recuerdo del giro incesante de la tierra. En su pausa perfectamente breve, trae la promesa del renacer del sol.

La Cumparsita

Voleu saber un secret? M’encanta escombrar casa meva. I direu, “doncs estupendu, no té cap interés per a mi, això! què n’haig de fer, jo, que a tu t’agradi escombrar… com si t’agrada rentar plats o pentines el teu gat!” I jo us diré que rentar plats també m’agrada força i que no en tinc, de gat.

Jo, feliç de mi, vaig començar a gaudir del fet d’escombrar la casa ja de ben joveneta. El terra quedava igual (o pitjor), però jo ho gaudia infinitament. El motiu? M’havien regalat un disc de l’Enrique y Ana. Que igual si teniu menys de 40 anys no teniu ni idea de qui eren, però aleshores eren la bomba. I quan em feien escombrar, ja em tenieu a mi amunt i avall del menjador, escombrallant-ho tot, que hasta cantava! I això que jo, cantar, en general, no canto.

I ara? Doncs ara igual, però a base de La Cumparsita d’en Juan D’Arienzo, que serà del segle passat però, què voleu que us digui: és una meravella i jo em sento com la prota de Perfume de Mujer ballant amb l’Al Pacino. Que el terra, net, no queda, d’acord. Però, la passió que hi poso és espectacular.

Us ho explico perquè em sembla que a molta gent no sap com n’és de genial, escombrar… I crec que és perquè no ho han fet mai escoltant La Cumparsita…